Ubicada en el corazón del norte de África, esta vibrante ciudad es un destino turístico de ensueño que cautiva absolutamente todos los sentidos de quienes la visitan. Tiene una población de más de un millón de habitantes y es el centro cultural y turístico de Marruecos.

Marrakech es también conocida como la "Ciudad Roja" por los tonos terrosos que dominan su arquitectura. Aquí las costumbres arraigadas de antaño se mezclan con la modernidad de una manera fascinante. Como turista encontrarás inmersos laberintos de callejones estrechos, zocos repletos de tesoros y enormes plazas animadas donde la vida nocturna cobra vida.

Una de las atracciones más emblemáticas es la Plaza Jemaa el Fna, donde los encantadores de serpientes, músicos, vendedores ambulantes y puestos de comida ofrecen un espectáculo único donde tienes que ir. Recorre los zocos para descubrir artesanías exquisitas, desde alfombras tejidas a mano hasta cerámica elaborada con esmero.

La hospitalidad marroquí es legendaria, y los lugareños suelen recibir a los turistas con calidez y amabilidad. Sin embargo, es importante ser respetuoso con sus costumbres y valores. Vestirse de manera modesta y pedir permiso antes de tomar fotos de las personas son gestos apreciados por los locales, que son en su gran mayoría musulmanes. 

Los marroquíes valoran la importancia de la familia y la comunidad, y los niños son especialmente queridos. No dudes en interactuar con los niños locales; un simple saludo puede abrir puertas a conversaciones y juegos enriquecedores.

Los marroquíes (y yo también) disfrutan mucho de la comida y compartir una taza de té de menta es una experiencia común y agradable. No olvides probar la deliciosa cocina local, llena de sabores especiados y exóticos.

En resumen, Marrakech es un destino mágico que ofrece un viaje a través del tiempo y la cultura. Sumérgete en la autenticidad de esta ciudad, te recomiendo quedarte al menos 2 noches en la ciudad. Si vas a ir al desierto y dormir allá, considera más tiempo.